Hablaros de Los días del pasado, una película de 1977, me ha servido como hilo conductor para abrir camino hacia un pueblo que fue declarado dos años después, del rodaje de la película, como conjunto histórico-artístico por Real Decreto de 7 de diciembre de 1979 y que además pasa por ser el pueblo más antiguo de Cantabria.

Para visitar el pueblo es necesario estacionar el vehículo en el aparcamiento construido a la entrada, dado que solo se deja el paso de coches de los residentes, lo cual permite disfrutar plenamente, desde el principio, de las primeras casas y de la belleza de este conjunto arquitectónico rural hasta su final.

No obstante a pesar de ser declarado de conjunto histórico-artístico, hace algo más de veinte años era un pueblo destinado a desaparecer a consecuencia de la fuerte emigración a la que se vio sometida todo el valle de Cabuérniga, que es donde se encuentra, por las escasas expectativas agropecuarias. Fueron cazadores y pescadores quienes, al descubrir numerosos lugares para disfrutar plenamente de sus deportes, salvaron al pueblo de su desaparición. Así casas como la que estáis viendo comenzaron a ser rehabilitadas impidiendo con ello que desaparecieran para siempre.

Hoy en día es uno de los lugares más visitados, después de Santillana del Mar y Cabuérniga. Y como veis ahora lucen con gran belleza sus calles empedradas, sus casonas con estilo de montaña de grandes balcones en madera llenos de flores y amplios zaguanes.

Parte de su encanto se debe a su localización. Es un pueblo de cuento, un pueblo de origen medieval en mitad de un exuberante paraíso natural, el Parque Natural Saja-Nansa. Situado en un valle rodeado de frondosas montañas, sólo hay una carretera que lleva a él y ahí se termina. El difícil acceso ha contribuido a que el pueblo haya mantenido casi intacto su carácter montañés.

Es un núcleo de trascendente valor etnográfico, artístico e histórico, que permite experimentar in situ las condiciones de vida de tiempos pasados. Ya veis animada por el entorno yo me he puesto a lavar la ropa.

Bárcena Mayor se organiza en un único barrio de estructura alveolar con una cierta ordenación en calles y plazas, destaca por lo tradicional de su arquitectura. Las viviendas se ordenan en dos hileras, mas o menos perpendiculares entre sí, orientadas a mediodía que coinciden con la disposición de los caminos que cruzan el pueblo en dirección noroeste- sureste, la calle Larga y la Calleja, creando un entramado de callejas estrechas y espacios entre hileras, constituyendo así un estupendo ejemplo de la aldea montañesa compacta.

Bueno, esto es que a veces me da por hacer el tonto y quería saber la profundidad del abrevadero. Desde las puntas de mis dedos hasta el final de mi codo, esa es la medida, medio brazo.

Y esto es el deseo de alguien pero tranquilos siempre que cojo una moneda tirada por un pedigüeño de deseos lo vuelvo a tirar y deseando que se cumpla la petición con la que se tiro la moneda. Faltaría más, no me gusta robar los sueños ni los deseos de nadie.

El tipo de casa más característico en la aldea responde al modelo de Casa Montañesa, de hábitat rural. En ellas los muros medianeros sobresalen en la primera planta a partir de ménsulas en “s” para cobijar la solana, introducida en el siglo XVII con la llegada del maíz por la necesidad de un espacio para secar el cereal.

La Calleja y la calle Larga, que va a dar al puente -del siglo XVI, con arco de medio punto-, vertebran este maravilloso conjunto a las orillas del río Argoza.

Del pueblo y cruzando el puente parten varias rutas de senderismo y no olvidemos que Bárcena Mayor es la única población incluida en el Parque Natural Saja- Besaya que es una autentica maravilla.

Os aconsejo que os paréis a disfrutar de un buen cocido montañés o de otras especialidades de la comarca en algún restaurante de los que hay en el pueblo. Y después, nada mejor que sentarte a descansar en este o aquel recodo escuchando y charlando con el río.

El pueblo cuenta con la ventaja de ser un pueblo vivo. No es un pueblo artificial para el uso exclusivo del turismo. En sus casas viven y trabaja gente local, lo que contribuye a darle su carácter de pueblo auténtico.

Este pueblo forma parte de la llamada “ruta de los foramontanos”, un movimiento migratorio altomedieval, en el que grupos de pobladores de la cornisa cantábrica, por necesidad, oportunidad y con arrojo, decidieron dejar la protección de entre sus peñas, para extenderse por la gran meseta que las guerras con los árabes había vaciado. Y se les llamó Foramontanos.

No sabéis lo que disfrute, así se me pone cara boba.

Todas las casas son de mampostería, aunque los esquinales y vanos son de sillería y el interior pues de madera. ¡Ah! y antes de irme para enseñaros otro bonito pueblo os diré que vivir en behetria eran las poblaciones en las que los habitantes elegían libremente a su señor.

Se encuentra situado a 20 kilómetros de la localidad de Bárcena Mayor. Carmona aparece arropada por esa muralla natural que representa la Sierra del Escudo de Cabuérniga, y donde sus prados forman terrazas que antaño ocuparon tierras de maíz, cereal procedente de América que poco a poco se fue adueñando del paisaje. Un estupendo pueblo donde me puse a robar manzanas que por cierto estaban de lujo.

Aquí es donde me encontré a este precioso ejemplar con los ojos de distintos colores, cariñoso y tranquilo, a poco me lo llevo pero ya sabéis que en mi casa, siendo tan pequeña, y sin jardín no, no me permito tener a mi amigo perro, para mi me parece que no es justo ni buena vida para ningún animal.

El lugar mantiene su viejo trazado urbanístico, callejuelas intrincadas y estrechas y casas de piedra típicamente cántabras, normalmente de dos plantas con arcadas en el primer piso, construidas entre los siglos XVII y XVIII, aunque también se conserva algún edificio anterior.

Algunas de sus casas son campesinas, más sencillas y de pequeño tamaño como esta.

Esta iglesia fue mandada construir en el siglo XVIII por don Pablo Fernández Calderón. El edificio tiene planta de cruz latina a la que se le añaden el pórtico y la sacristía.

La fachada principal es en estilo neoclásico construida en piedra de sillería, al igual que las partes importantes (ventanas, puertas, esquinales…). En el resto del templo se usa la mampostería, piedra más sencilla y fácil de manejar. Del interior no hay foto porque como casi siempre están cerradas.

Se trata de una escultura realizada en el año 2004 en piedra.Un animal autóctono de Cantabria, recientemente declarado en peligro de extinción y se caracteriza por la facilidad de adaptarse al difícil terreno del monte y por su fuerza, por lo que antiguamente era utilizada para el trabajo en el campo y como animal de tiro.

Carmona es conocida como “La flor de los Albarqueros”, artesanos que trabajaban la madera haciendo albarcas o abarcas, calzado típico que permitía aislar el pie de la humedad del suelo.

Muchas de las casas son la clásica casona barroca del siglo XVIII. Edificios que fueron impulsados por el capital indiano, esas gentes que hicieron fortuna en América y que luego enviarían dinero para construir además de este tipo de casonas, parte de los edificios religiosos de la zona.

Y finalmente durante nuestra visita nos topamos con un albarquero en plena faena, dedicándose a la fabricación y dando forma a útiles de madera para la cocina. Los hacen para ganarse un dinero. Y el buen hombre me garantizó que si se me rompían me los cambiaba sin cobrarme ni un euro más. Ya veremos tendré que romper uno solo para volver a disfrutar del lugar . Agur.