Yo soy la consecuencia de mis experiencias vividas y éstas son las memorias de mi pasado, con ellas ensayo queriendo escribir un libro y espero poder ver el día en que con mi rubrica, aún por concretar, firme mi obra acabada. (Todo parecido con la realidad debe considerarse que, tal vez, se parece porque es la verdad).
EL GIGANTE DE ACERO PINTADO DE BLANCO
Escrito por Azucena del Carmen Castillero.
Cuando evoco mi infancia, hasta donde llegan mis recuerdos, el más claro de ellos me traslada a un puerto de mar. Allí se encuentra un barco anclado, un gigante de acero pintado de blanco, así lo llamo mi padre, y así en mis recuerdos lo veo.
Santiago de Chile, 3 días antes de embarcar, año 1968.
Queridos padres:
Les escribo, por última vez, desde este hermoso país para anunciar que dentro de tres días, acompañado de mi mujer y mis hijos, emprenderé el viaje de vuelta que me llevará a nuestra querida patria y también junto a Uds. Sé que recibir noticias mías les hace felices y en todos estos años separados he procurado que supieran, de mi puño y letra, sobre mis alegrías, así como también de mis penas, al igual que yo he querido saber sobre la vida de Uds.. Por esta razón, les envió esta carta, antes de partir, para que cuando la reciban estén al tanto, ya que quedará poco para que puedan conocer a sus nietos y volver a tener junto a Uds., después de tantos años, al que les escribe.
Debo de decirles que, tiempo atrás, tuve conocimiento por los noticieros que llegan a estos lares, de que el gobierno español estaba tramitando repatriaciones de españoles; acudí a la embajada de España y en ella me informaron de que todo aquel español, sin posibles, que quisiera volver a su tierra, sería ayudado económicamente para hacer permisible su vuelta; adquiriendo el gobierno español, en parte o en su totalidad, el pasaje para embarcar en un transatlántico. Así que ante esta posibilidad, después de muchas dudas y conversaciones, hemos tomado la decisión de volver aprovechando esta oportunidad. Ustedes saben que si quisiéramos volver por nuestra cuenta, además de suponernos un desembolso importante de dinero, las autoridades del país nos obligarían a realizar, antes de marchar, los pagos al fisco, y somos conscientes que de no hacerlo, nos pueden impedir la salida del país e incluso terminar en prisión. Nuestra fortuna va unida a la de toda la familia de mi mujer y no es fácil de separar y repartir; para empezar, no es posible vender las propiedades sin llamar la atención. Esta situación, obliga a tomar la decisión de dejar algunas pertenencias, casa y algunos locales, en manos de los familiares que se quedan en el país, para que el Fisco se esté tranquilo. Nosotros, sacaremos todo lo que podamos, que creemos, será lo justo para empezar una nueva vida allí. Así, si las cosas no fueran como nosotros esperamos en España, siempre nos quedara la opción de volvernos.
Nos han contado que al pasar por la Aduana, los emigrantes que están siendo repatriados tienen la protección que les da la apariencia del que no posee nada, lo que nos puede ayudar a sacar dinero escondido en nuestras ropas sin temor a ser registrados. Y el gobierno Español hace la vista gorda, pues le viene bien la entrada de divisas. Aun así, estén Uds. tranquilos, porque nosotros estamos seguros de que nada nos puede suceder. Otros, que ya se han ido, nos han escrito diciendo que no han tenido dificultad ni problema alguno con los agentes de aduanas.
En cuanto a los niños, éstos no tienen aún conocimiento de que nos vamos para siempre. Por ahora, nos es difícil hacerles entender que van a separarse de sus primos y abuelos maternos y que tendrán que dejar aquí todo cuanto tienen. Créanme, cuando les he contado a Uds., que la situación económica que nos hemos labrado en este país nos ha permitido darles, no sólo una vida cómoda, sino que como niños, son muy afortunados al poder tener cuanto desean. Por supuesto, aprendí bien de Uds. y no he dejado que por ello se conviertan en caprichosos ni en pequeños mimados. Son niños buenos y obedientes. Lo que ocurre es que, ellos, con su edad, no pueden entender por lo que los adultos estamos pasando y Dios sabe cuánto lo agradezco. Sufrimos hace unos meses el último robo en el negocio, que fue un gran disgusto, por tratarse de un atraco a mano armada, a lo que hay que sumar un intento de llevarse a mi pequeña a las puertas de nuestra propia casa. Desconocemos con qué intenciones, ¡tal vez por dinero! Desde aquel día, ya no nos sentimos seguros y ha sido terminante para tomar la decisión de marcharnos de aquí.
Quiero, además, contarles que el ambiente político del país parece enrarecido, que está en calma pero, aún así, aquí es complicada la vida de las personas de a pie por las diferencias sociales que existen. Esto, tarde o temprano, con seguridad traerá descontento y problemas para todos los ciudadanos. A día de hoy, se puede decir que no sólo se notan las desigualdades económicas de la población, sino que hay necesidad, hay gente con hambre que pasan penurias y las impresiones de inconformismo como las luchas de ideas existen y están cada vez más presentes de forma patente en las calles. A veces, las Fuerzas Armadas de este país pronuncian discursos con cierto aire amenazador; es entonces, cuando un oscuro presentimiento me recorre la mente; por éste y los otros motivos que les he citado, he tomado la decisión de marchar de Chile. Pienso que, dentro de unos años, en este país se van a complicar mucho las cosas. Mi suegro, como Uds. saben, por sus ideas comunistas se fue de España con todos sus hijos, incluida mi mujer; con el deseo de vivir en un país que respete las libertades de pensamiento de las personas y donde pudieran labrarse todos ellos un mejor futuro.
Pero es difícil la huida, porque en todas partes existen los intereses de poderosas empresas, que están respaldadas por codiciosos millonarios, que siempre caminan en compañía del Sr. Don cheque, que tiene el poder de conseguir que los políticos miren hacia otro lado, componiendo injusticias para la población que los votó. Por no hacer mención, de esos generales salva patrias, que utilizan nuestros ejércitos con las armas que nosotros mismos pagamos, para luego someternos a sus ideas y, si no es así, sencillamente para acallar nuestras protestas utilizan con nosotros la tortura o, simplemente, nos matan. Disculpen mi arranque político, me permito manifestar estas palabras antes de partir puesto que sé, que una vez en España, será mejor para todos no articularlas.
Hemos sido todos muy felices en esta tierra. Un día salí de España en busca de mi amada esposa, dejando atrás un futuro competente como aprendiz meritorio de un prestigioso abogado. Soy consciente de que a Uds. no solo les dolió, sino que mi marcha les pareció una estupidez. Más nunca me he arrepentido. Ahora, después de más de diez años, vuelvo como un hombre satisfecho de cuanto he hecho y con tres hermosos hijos. Vuelvo con renovadas ilusiones y con la esperanza de que la suerte nos acompañe en esta nueva etapa de nuestras vidas. Por eso, al principio de nuestra llegada a España, me permito pedirles a Uds. que me den un poco de su ayuda y un provisional cobijo para mi familia, lo que les agradeceré, como saben Uds., toda mi vida.
Esta carta llegará antes que yo, y a Uds.les digo que espero que les siga todo bien, por aquí ya saben las nuevas novedades, lo que ahora nos queda por hacer es contar los días y las horas, puesto que muy pronto nos vamos a ver.
Siempre con Uds.se despide con un fuerte abrazo y muchos besos el hijo que les quiere,
PD: Díganle a mi hermana que también yo la extraño y que no veo el momento de ver como sus hijos y los míos se hacen amigos.
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Año 1968, en una casa ubicada en los contornos de la capital, Santiago de Chile.
Cuando la niña mira a su padre, ve a un hombre grande y fuerte. Una persona de elevada estatura, de mediana edad, de cabello negro como el carbón, de rostro alegre y fisonomía tranquila. Su voz suena firme y segura transmitiendo siempre regocijo. Y allí esta ella escondida en un rincón de la habitación prestando oído a lo que él dice… que todo está organizado, que nos volvemos a España repatriados… ¿Repatriados? ¿Qué significará eso? La niña, que desde donde se encuentra no oye muy bien lo que escucha, apenas comprende, solo sabe que, dentro de tres días, con su familia ella zarpará en un buque rumbo a España. ¡España!, allí nacieron sus padres, por fin podrá ver la tierra de la que ha oído hablar, a toda su familia, tantas veces. Su padre explica a su madre que como no es un crucero de recreo y que pocas cosas se podrán llevar, mejor lo deja todo en sus manos para que ella disponga lo imprescindible que pueda meter en dos o tres maletas…
Después, en un minuto, la niña curiosa y de carácter alegre va corriendo por un largo pasillo. Al pronto, salta y brinca por unos escalones que descienden de las habitaciones a un jardín que hay en la planta baja de la casa, mientras se pregunta… ¿Y porque nos iremos a España? Entonces, desde lo alto de la escalera ve una gallina escapada de la corraliza, situada en un extremo del jardín, y a su abuela que corre tras la miedosa y esquiva gallina tratando de alcanzarla. En el jardín de la casa no sólo hay una gallera en la que también se crían conejos; hay un pequeño huerto, parras con uvas y una gran caseta en forma de jaula con palomas blancas y de finas plumas. La niña, al ver la escena que protagoniza la abuela, se para quieta en un peldaño y estalla de risa con sonadoras carcajadas; su abuelo, que también está al lado del cercado, con una escopeta en la mano, la oye; se vuelve hacia ella y la advierte: ¡Chenita! ¡A la corredera no salgas! Desde que intentaron robarla en el quicio que da entrada a su casa no la dejan salir a la calle, si no es en compañía o para ir a la escuela. Aunque desde ayer, y por motivo del viaje hacia España, ella sabe que no podrá volver a su colegio durante un largo tiempo.
En un corto instante, luego de haber metido la gallina en el redil, la anciana se dirige con una cesta de mimbre a recoger tomates de su pequeña huerta. El viejo; mientras parece que murmura algo entre dientes, sentado en una silla bajo una parra de uvas, afanoso, limpia los cañones de su arma de fuego. En ese mismo momento, la niña se dispone a jugar y de un enorme cajón de madera comienza a sacar muñecas que va colocando, situándolas en posición de sentadas en una mesita y sillitas de mimbre bajo un árbol que hay en el centro del jardín, para acabar ella acomodándose también en una de esas sillas. En ocasiones la gusta departir en voz alta con sus muñecas, las dice todo lo que piensa y lo hace imitando las tertulias que en muchas ocasiones ha visto suscitar en las reuniones de sus familiares y hoy, además, sabe algo más de lo que está pasando. Desde hace unos días, toda su familia y personas que con ella habitan están alborotadas, pronunciando frases con palabras de alarma y, cuando ella se acerca, lo hacen con una voz muy baja. Hablan de que las calles están revueltas… de personas que empuñan navajas… de la pobreza que siempre da paso a la inseguridad… de que las cosas se pondrán más feas… y luego vuelven otra vez a repetir y a evocar sus recuerdos, pronunciando con nostalgia el nombre de España.
-¡No lo entiendo!, ¿Por qué querrán volver? Una vez me contaron mis tías, que se fueron de España porque pasaban mucha hambre. Me dijeron que allí manda un señor, muy malo, que se llama General y escuché historias de una guerra y me hablaron también de cárceles, de que a mi abuela y a la madre de mi abuelo, cuando pasó lo de esa guerra, las encerraron en un cuartelillo y en aquel lugar las raparon la cabeza como castigo por rojas pero, no me lo explico, porque mi abuelita no es roja tiene la piel blanquita como yo; (alargando y mostrando su brazo derecho la niña se toca la piel con su mano izquierda mientras reanuda su relato) me platicaron también sobre unos libros prohibidos… ¿qué querrá decir libros prohibidos? A mí, cuando me prohíben algo es para que no lo haga, o me dicen: ¡Chenita! ¡No toque eso, está prohibido! Seguro que hay libros que no se pueden tocar; entonces, si no se pueden manosear, tampoco se podrán leer… ¿para qué los habrán escrito?… Y además, un día, oí algo, a calzón quitado, que me dejó muy asustada, pero que muy asustada, que me puso los pelos de punta; (mirando la niña hacia ambos lados y bajando la voz prosigue con su narración como quien va a revelar un secreto) era algo sobre unos hombres que mataron en un pueblo y que luego escondieron sus cuerpos bajo tierra…Escuché que los asesinaron porque decían que sus ideas eran malas y peligrosas, y que al abuelo no le dieron muerte con ellos porque estaba trabajando en otro pueblo. Saben – pequeñas muñequillas- mi abuelo los conocía, porque comentó que eran sus amigos, gritando dijo: ¡Mis compadres fueron asesinados! ¡Fehaciente que los fusilaron y los muy salvajes inmediatamente remataron su atrocidad ocultando sus cadáveres en alguna fosa bajo tierra!…bueno yo no sé lo que significa fehaciente pero yo creo que tiene que ver con Dios, por lo de la fe, lo más seguro es que quiere decir por Dios…Una vez, mi madre me contó que, además del abuelo, ella también nació allí…bueno, y la abuela y las tías ¡ah! y mis tíos. El pueblo se llama…to, to ¡Ah sí, Torresandino! El abuelito, un día que estaba muy, muy enfadado, dijo que en ese pueblo se encuentran los acusadores y que tendrán que vivir, toda su vida, con sus ruines pensamientos y con conciencia de ser unos traidores, por haber sido los denunciantes de sus propios vecinos inocentes, pues su única culpa fue pensar distinto, y mi abuela le mandó silenciar; creo, que mientras estemos allí, vamos a tener que estar calladas, pero que muy calladitas, porque la abuelita le dijo al abuelo que es mejor que no hable, que cerrando la boca nadie se mete en problemas y, ¿saben ustedes que le contesto él?… ¡Callado también te matan! El abuelito algunas veces dice unas cosas… ¡Qué cosas tiene! pero que muy raras, muy, muy raras; ayer, en la tarde, comí con él pan con tocino, ¡allí! (con un dedo señala la niña donde se encuentra otra parra de uvas en el jardín) y mientras estaba cortando tiras de panceta con su vieja navaja me dijo poniéndose muy serio: “¡Mijita! ¡escúcheme lo que le voy a decir!… “Chenita, no seas jamás temerosa, procura siempre plantar cara y vencer a todos tus fantasmas, porque si no los derrotas, de seguro, ellos irán contigo hasta donde tu vayas”. Yo no le entiendo y no sé de qué fantasmas habla; pues yo nunca he visto a ninguno o quizás… ¿tal vez sí? …¡No! Bueno, mis lindas moñas, ustedes no se inquieten, no tengan preocupación, que yo no dejaré que las hagan nada y menos por hablar, pero por si acaso, cuando lleguemos a España, mejor si nos estamos en silencio; miren, para estar calladitas, así lo haremos (y la niña mostrando a sus muñecas como hacerlo adapta mejor su cuerpo a la silla, cruzando sus manitas las posa sobre sus piernas, se queda inmóvil y con un gesto aprieta sutilmente sus labios)… y ya saben, no sean mensas, no vayan a soltar la pepa.
Entonces, se aprecia un ligero vibrar en el suelo y la niña aceleradamente explica a sus muñecas que no hay que tener cuidado, que solo es un seísmo.
-En el colegio nos dicen que si el ruido es mucho más fuerte que éste, tendremos que salir del centro en un periquete, con prisa, pero ordenadamente. Al salir, debemos buscar un espacio libre de edificios. A veces, la tierra se enfada con los humanos por las pupas que la hacemos, entonces ella se queja ¡Claro! Como nosotros cuando nos hacen daño, pues ella hace lo mismo se enoja y entonces se revuelve, gimotea, volviéndose malona y toda irritada se pone a retemblar moviendo las cosas, abriendo grietas en el suelo y a veces hasta derribando nuestras casas. Pero, dice Sor Maestra, que si las niñas usamos el sentido común y hacemos exactamente lo que ella nos ha enseñado, nada nos puede pasar… que no debemos tener miedo, que estemos tranquilas y que así veremos, lueguito, como en poco tiempo ella se serena para volver a ser la misma tierra en calma de siempre. (Quedándose de repente pensativa mientras posa su dedo corazón sobre su labio inferior se pregunta la niña para sus adentros) ¿Qué será el sentido común?…
De pronto, se oye una bocina sonar, como un pato ronco, y al rato aparece un joven entrando por un alto portón de madera, siguiéndole el paso va un enorme pastor alemán de aspecto fiero. El mozo de pelo rojizo y bien parecido, de cuerpo musculoso, se abalanza hacia la niña y agarrándola por las axilas la saca del asiento levantándola con suma ligereza en volandas, haciéndole una interpelación de la que no espera ninguna respuesta -¿Quién es mi chica favorita? Esta alegre interrupción da fin a la conversación de la niña con sus muñecas, que una vez con los pies en el suelo, alza los hombros y respondiendo a la pregunta, orgullosa, le grita al joven: ¡Yo!, ¡Yo!, y con el perro dócil a las ordenes de la infantil voz, la niña jugueteando se entretiene soltando risotadas al compás de los ladridos y brincos del can, a la vez que ambos correteando enfrascados en sus mutuos juegos van, remisamente, poco a poco, alejándose del sitio rondando entre chuicos y botellas de vino…